Mi familia vive a casi 2,000 km de distancia y yo procuro visitarla un par de veces al año. Me moría de nervios de pensar en el primer viaje de avión con la bebé y por fin con tres meses recién cumplidos ha sucedido.
Comenzamos a planear el viaje en marzo, yo tenía al rededor de seis meses de embarazo y ahí apareció mi primer duda ¿puedo comprar un viaje para un bebé no nacido? Pregunte en dos de las aerolíneas de mi país y ambas tenían la misma respuesta: compra el boleto, y ya que el bebé haya nacido llamas a la aerolínea para agregar un infante (este es el nombre que reciben los menores de dos años en las aerolíneas). La compañía de más bajo costo me pedía pagar para poder viajar con mi bebé (y aún así seguía sin tener su propio asiento y sin derecho a equipaje) también sería necesario adquirir una maleta para documentar porque la tarifa más básica no la incluye. Sacando cuentas no salía tan barato y por eso me fui con quienes su boleto ya contemplaba todo eso.
A los días que nació mi bebé llame y dije “quiero incluir un infante en mi reservación” en cuestión de minutos ya tenía un nuevo correo de confirmación que ahora incluía el nombre de mi bebé.
Semanas antes de mi vuelo envíe por correo terrestre una caja con mi ropa y algunas otras cosas bultosas como pañales; el correo tradicional aunque es tardado es muy económico. Los bebés no tienen derecho a equipaje y de esta manera pude ahorrar algo de espacio en la maleta que incluía el boleto. Obviamente esto no es opción si no se viaja a un lugar donde alguien de confianza pueda recibir las cajas y tal vez tenerlas guardadas algunos días.
El día del vuelo ambas íbamos vestidas con ropa cómoda. Yo llevaba una blusa de lactancia para estar más preparada para los momentos en que le tocara comer, aún así llevaba algunas onzas de leche extraídas por si acaso el hambre voraz se venía en un momento en el que no podíamos quedarnos sentadas. Como viajera frecuente estaba acostumbrada al límite de 100 ml en líquidos, pero los alimentos de bebés no se rigen bajo esta norma, así que puedes llevar una botella con la cantidad de leche que ocuparía un bebé durante su viaje. Es decir, puedes viajar con 30o ml de leche o más sin problemas, siempre y cuando el bebé este viajando contigo.
Para cargar a mi bebé, el fular fue mi mejor amigo, así podía llevar las manos libres para arrastrar la maleta y ella estaba contenta y siempre a mi lado.
La recomendación principal durante el vuelo sería: tener paciencia, los bebés son impredecibles. Yo me hice aliada del chupete durante el despegue y aterrizaje, aunque darle el pecho hubiera funcionado también para mantenerla tranquila y evitar que se le taparan los oídos.
Después de tanta expectativa, sobrevivimos a su primer viaje en avión. Durmió casi todo el camino, y aunque yo iba preparada con algunos juguetes (hace muy poco le empezaron a interesar), videos y canciones, al final lo único que necesitó fueron mis brazos.